Buñuelos, una dulce tradición
IRENE SÁNCHEZ 27.10.20
¿Cómo es posible que una pequeña bolita de apenas unos cinco centímetros esté tan espectacularmente buena? Pues el secreto parece estar, una vez más, en la masa o al menos así nos lo explican en las panaderías y pastelerías artesanas madrileñas Levaduramadre donde los preparan a diario siguiendo la receta tradicional, para rellenarlos luego de crema, nata montada o chocolate. “El secreto para que el buñuelo quede fino, esponjoso y poco aceitoso es tener cuidado en trabajar bien la masa y freír en aceite bien caliente”, nos comentan. “Una vez fríos se rellenan con una manga pastelera; tienen que quedar gorditos, bien llenos, pero con cuidado de que no se rajen o se rompan por haberlos cargado demasiado”, añaden.
Su origen no está del todo claro, pues parece ser que la palabra buñuelo tiene una etimología un tanto controvertida, porque si bien para algunos deriva de la palabra puñuelos (unas bolitas de masa de harina de trigo que en tiempo de los romanos se amasaban con los puños), otros creen que procede del vocablo francés beignet (que significa bulto o protuberancia), sin embargo su origen más probable y mejor documentado está en los árabes, cuando allá por el siglo XI hallamos una receta del pastelero del rey árabe de Sevilla quien preparaba unas bolitas de masa de agua y harina para luego freírlas en abundante aceite. Habían nacido los buñuelos.
El dulce más típico de esta temporada otoñal que ha ido ganando fieles con el paso de los años, gracias especialmente a la popularización de los rellenos de todo tipo aunque tradicionalmente los buñuelos que se preparaban en casa consistían sólo en la masa bien frita, espolvoreada con azúcar y en ocasiones con canela, es decir los conocidos como buñuelos de viento. Más tarde, las pastelerías empezaron a incorporar algunos rellenos dulces, principalmente crema pastelera, nata montada, cabello de ángel, chocolate o trufa y con ello, lograron convertirse en uno de los dulces de temporada más consumidos en España.